Por Jubelás Nabocudonosor
Todos en algún momento de nuestra vida, especialmente cuando la comenzamos, cuando somos niños, experimentamos con las
cosas. Cuando somos muy pequeños comenzamos a percibir todos de luz, luego de esos tonos, concebimos objetos, mismo que
correlacionamos por su forma, sonido, textura y sabor (porque los bebes todo se meten a la boca), lo cual no es malo. El
problema o el verdadero crecimiento comienza cuando concebimos LA POSICIÓN y EL MOVIMEINTO, un bebé siempre tiende a mover
las cosas, generalmente de forma torpe e inconsecuente, y luego las deja en un lugar y ve observa su resultado.
Crecemos con esos dos factores de criterio, el posición y el movimiento, lo cual llegan a un punto intermedio, uno al que
llamamos EQUILIBRIO. La masonería, conocedora de las ciencias operativas y especulativas de la antigüedad no habían
descartado esta proyección y, de hecho, la institucionalizaron de alguna forma.
La masonería es una fiel conocedora del este equilibrio. Todos los grados, los signos, tocamientos y demás medio de
reconocimiento entre los hermanos por esto es que la masonería es, por su naturaleza, gestora de equilibrios. El masón es
aquel que concilia antes de separar, es alguien que une antes de quebrantar. El masón sabe que cuando las cosas salen de
su equilibrio natural, en su premura de encontrar uno nuevo generan lo que llamamos conflictos. La sabiduría de la cual
somos permeados de alguna forma durante nuestras vidas, así no lo indican.
Nada más sabio que hablar al oído, hacer ver las virtudes, invitar a que los que nos rodean crezcan ya que eso nos da
pauta a crecer nosotros. El verdadero crecimiento es aquel que concurre al crecer de todo lo que nos rodea. El masón
también sabe que las cosas que nos enaltecen se hacen por encima de todo, porque el fin no es el resultado sino el proceso
para llegar a éste.
Escucho tanto de la violencia, en todas sus formas, ninguna es más que otra, sino su forma de existir por sí misma es
repudiable. La violencia es la carencia de argumentos, la falta de fortaleza para dialogar, porque se necesita más fuerza
para llegar a un acuerdo que para derrotar a un ejército. La violencia es el trayecto equivocado cuando las cosas se salen
de su equilibrio. Ahora bien, llamamos paz a la ausencia de conflicto, siendo que es algo más profundo. La paz de destila,
se irradia, no viene de afuera hacia dentro sino al revés. Cuando estamos en paz con nosotros mismo, es cuando podemos
conciliar la paz poco a poco en nuestros entornos.
La paz, la paz verdadera es el verdadero equilibrio, el espacio intermedio de todo lo que es, de todo lo crece, incluso de
aquello que pierde su equilibrio. La mejor manera de cambiar, decía mi abuelo, es cambiando. La mejor manera de llegar a
la paz es poniéndola de manifiesto y no con la fuerza, es tan sofismático pensar que se consigue la paz con una guerra.
No olvidemos que cuando algo gira, cuando algo se mueve en este sentido, su centro siempre permanecerá sin moverse. No
importa cuántas cosas se muevan dentro de nosotros, nuestro centro, nuestra esencia debe permanecer intacta.
Como diría Mahatma Gandhi –La paz no es un fin sino un camino-. Hermanos todos, reciban todos un ósculo de paz y un abrazo
fraterno.
Espero no haber llamado profanamente a las puertas de sus corazones que desde el fondo del mío envío mis bendiciones, un
abr:. Frat:. y un osc:. De p:. por mi conducto de M:.L:. .
Saludos fraternales a todos.
Amor Fraternal, Socorro, Verdad
Jubelás Nabucodonosor
jubelasx@gmail.com
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